Acto de Exaltación de la Saeta*
A la de la seguidilla, que es la Reina de mi alma/tuve la suerte de cantarle sin hallar ni paz ni calma/ aunque mereció la pena/ fue ganar una batalla/ al cantarte Macarena./ Tu que desde que era un retoño/ me tuvistes a tu lado/ a mis padres tu casastes/ y a mi familia al completo/ de verde siempre sembraste.
Contigo no “partopera”/ y si mereció la espera/ de esperar para cantarte/ de esperar para rezarte/ son diez años de ilusión/ para tenerte delante/ y en un balcón de tu basílica/ con mi fe, pude cantarte/ hermano de tu hermandad/ fui desde siempre señora/ y no hay en el mundo sol/ como tus ojos ahora/ Justo en frente de tu arco/ enarbole tu bandera/ te cante una seguidilla/ con humildad y respeto/ y de una forma sencilla/ más se me unió el martinete/ que se enraizó en mi garganta/ con un llanto cual rivete.
Ya no pido nada más/ no hace falta que me brindes otra portunidad/ pues es tanto mi respeto y el amor que te profeso/ que aquella saeta encierra un pasaje de mis sueños/ que es tesoro que se guarda con la llave de este dueño./ Que alegría Madre mía azucena de Esperanza/ flanqueado yo me ví por mis madres de bonanza/ en frente la Macarena al son de sus bambalinas/ y detrás mi madre buena con su carita tan fina/ eso es el paraíso, el amor mas fiel y fino/ el de mi madre en la tierra y la del cielo divino./ Ese momento lo guardare como mi buena sentencia/ en frente tu bajo palio, detrás la que me dio mi esencia/ entre las dos han creado, a este humilde servidor/ y quiero ser para siempre un seguro cumplidor/ a una la veo siempre escuchando mis canciones/ la otra en su camarín responde a mis oraciones/ Dos madres, y un solo amor que me llena de templanza/ y en arco de luz me envuelve en mil tonos de esperanza/ hoy puedo decir a todos que vivo en felicidad/ con el amor de los míos que ese si que es de verdad/ que de verde se ha pintado la estela de mi destino/ desgranados de tu manto bordado en oro muy fino./
No me hace falta nada, ni saetas, ni canciones/ ni balcones, ni escenarios, ni aplausos, ni condecoraciones/ el que a su madre quiere con un constante amor/ no tendrá en su vida ni pena ni un mal dolor/ pues el tenerte delante madre mía de mi alma/ lo mismo cuando te veo caminar por esta casa/ lo mismo cuando en Sevilla la del cielo es aclamada/ brota de mi pecho una gran tranquilidad/ que solo me da esa madre dulce, guapa noble y buena/ que esta viviendo en mi casa y vive en la Macarena.
Reina y Madre de Sevilla, no te apartes/ de mi lado tu eres mujer sin mancilla/ aparta de mi el pecado y el que daño quiera hacerme/ protéjeme Madre mía, y dejame siempre verme/ en tus ojos de esperanza, los de esa madre morena/ la luz que me dio la vida y mi Virgen Macarena.
NHD Álvaro Carrillo Alfaro
*Extracto del acto de la Exaltación de la Saeta 2011