Romanos bajo el Arco

19 diciembre 2012
DisminuirAumentar


DENTRO de la Basílica, el silencio de la vigilia macarena. Fuera, bajo el Arco, los armaos cantando villancicos de guitarra, llaveros y botella de aguardiente. Dentro de la Basílica apagada la media luz de los cirios mostraba a la Esperanza como la debieron ver tantas generaciones en su capilla de San Gil desde 1653, luz de sí misma alumbrando la penumbra apenas rota por los quietos pabilos. Fuera, bajo el Arco, los armaos también volvían a San Gil recordando a la madre que, triste y afligida, un escapulario del Carmen a su niño echó cuando la rueda de un carro en el Arco de la Macarena lo pilló. Dentro de la Basílica una callada multitud, como cada noche que la Esperanza está en besamanos, velaban con ella, rezándole con el corazón, hablándole con los ojos, en ese hondo silencio macareno que no se parece a ningún otro. Fuera, bajo el Arco, los armaos abrían la puerta de la muralla para que por ella entrara la Navidad en Sevilla.

Y los villancicos del Arco eran tan serios como el silencio de la Basílica. El recogimiento de los hermanos y los devotos ante la Virgen era tan calladamente alegre como la estruendosa alegría flamenca de la Centuria. Fuera estaban el gozo, los aplausos, las voces, la música de una chicotá de la Esperanza. Dentro se dilataba hasta ocupar toda la madrugada ese instante eterno de silencio que se hace cuando el paso de la Macarena arría y, como si obedeciera al llamador, la bulla se calla; y parece oírse el leve pendular del ancla tras la transparente celosía de la corona. Y las dos cosas eran la misma, que en el universo macareno el contraste es riqueza, no contradicción.

Romanos macarenos defendidos por corazas de aguardiente del frío de una madrugada de diciembre, cantando villancicos bajo el Arco, mientras en la Basílica, en luminosa penumbra, hay vigilia de meditación y oraciones ante la Esperanza. ¿Y qué? Lo espiritoso y lo espiritual, al fin, no son antitéticos: comparten la raíz latina de spiritus. Todo es uno y lo mismo. Con cuánta razón Juan Sierra pensaba a la Macarena cuando quería en el vino blanco, en el romero y en la cal de una fachada. Así es la Esperanza, humilde reina de los humildes allí en su barrio guardada, siempre su barrio la guarde, que nunca tendrá basílica mejor que las calles y los callejones macarenos, ni altar más suyo que la cama de Victoria Sánchez en un corral de vecinos. Hoy es 18 de diciembre.

H.N.D. Carlos Colón Perales

Publicado en Diario de Sevilla el 18/12/2012


Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies