Preparación al Piadoso Vía Crucis del Señor de la Sentencia

15 febrero 2017
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VIA CRUCIS: ORIGEN Y SIGNIFICADO

Vía Crucis” en latín o “Camino de la Cruz”. También se le llama Estaciones de la Cruz y Vía Dolorosa. Se trata de un camino de oración que busca adentrarnos en la meditación de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo en su camino al Calvario. El camino se representa con una serie de imágenes de la Pasión o “Estaciones” correspondientes a incidentes particulares que Jesús sufrió por nuestra salvación.

La elección y uso de las Estaciones se generalizaron al final del siglo XVII. Al principio el número de Estaciones variaba pero se estandarizó en las catorce arriba mencionadas.

La costumbre de rezar las Estaciones de la Cruz posiblemente comenzó en Jerusalén. Ciertos lugares de La Vía Dolorosa (aunque no se llamó así antes del siglo XVI), fueron reverentemente marcados desde los primeros siglos. Hacer allí las Estaciones de la Cruz se convirtió en la meta de muchos peregrinos desde la época del emperador Constantino (Siglo IV).

Según la tradición, la Santísima Virgen visitaba diariamente las Estaciones originales y el Padre de la Iglesia, San Jerónimo, nos habla ya de multitud de peregrinos de todos los países que visitaban los lugares santos en su tiempo. Sin embargo, no existe prueba de una forma fija para esta devoción en los primeros siglos.

Desde el siglo doce los peregrinos escriben sobre la “Vía Sacra”, como una ruta por la que pasaban recordando la Pasión. No sabemos cuando surgieron las Estaciones según las conocemos hoy, ni cuando se les comenzó a conceder indulgencias pero probablemente fueron los Franciscanos los primeros en establecer el Vía Crucis ya que a ellos se les concedió en 1342 la custodia de los lugares mas preciados de Tierra Santa. Tampoco está claro en que dirección se recorrían ya que, según parece, hasta el siglo XV muchos lo hacían comenzando en el Monte Calvario y retrocediendo hasta la casa de Pilatos.

Muchos peregrinos no podían ir a Tierra Santa ya sea por la distancia y difíciles comunicaciones, ya sea por las invasiones de los musulmanes que por siglos dominaron esas tierras y perseguían a los cristianos. Así creció la necesidad de representar la Tierra Santa en otros lugares más asequibles e ir a ellos en peregrinación. En varios lugares de Europa se construyeron representaciones de los más importantes santuarios de Jerusalén.

En los siglos XV y XVI se erigieron Estaciones en diferentes partes de Europa. El Beato Álvarez (m.1420), que en su regreso de Tierra Santa, construyó una serie de pequeñas capillas en el convento dominico de Córdoba en las que se pintaron las principales escenas de la Pasión en forma de estaciones. Por la misma época, la Beata Eustochia, clarisa, construyó Estaciones similares en su convento en Messina. Hay otros ejemplos. Sin embargo, la primera vez que se conoce el uso de la palabra “Estaciones” siendo utilizada en el sentido actual del Vía Crucis se encuentra en la narración del peregrino inglés Guillermo Wey sobre sus visitas a la Tierra Santa en 1458 y en 1462. Wey ya menciona catorce estaciones, pero solo cinco de ellas corresponden a las que se usan hoy día, mientras que siete solo remotamente se refieren a la Pasión.

En el año 1837, la Sagrada Congregación para las Indulgencias precisó que aunque no había obligación, es más apropiado que las estaciones comiencen en el lado en que se proclama el Evangelio. Pero esto puede variar según la estructura de la iglesia y la posición de las imágenes en las Estaciones. La procesión debe seguir a Cristo más bien que encontrarse de frente con El.

Comprendiendo la dificultad de peregrinar a la Tierra Santa, el papa Inocente XI en 1686 concedió a los franciscanos el derecho de erigir Estaciones en sus iglesias y declaró que todas las indulgencias anteriormente obtenidas por devotamente visitar los lugares de la Pasión del Señor en Tierra Santa las podían en adelante ganar los franciscanos y otros afiliados a la orden haciendo las Estaciones de la Cruz en sus propias iglesias según la forma acostumbrada. Inocente XII confirmó este privilegio en 1694 y Benedicto XIII en 1726 lo extendió a todos los fieles. En 1731 Clemente XII lo extendió aun mas permitiendo las indulgencias en todas las iglesias siempre que las Estaciones fueran erigidas por un padre franciscano con la sanción del ordinario (obispo local). Al mismo tiempo definitivamente fijó en catorce el número de Estaciones. Benedicto XIV en 1742 exhortó a todos los sacerdotes a enriquecer sus iglesias con el rico tesoro de las Estaciones de la Cruz. En 1857 los obispos de Inglaterra recibieron facultades de la Santa Cede para erigir ellos mismos las Estaciones con indulgencias cuando no hubiese franciscanos. En 1862 se quitó esta última restricción y los obispos obtuvieron permiso para erigir las Estaciones ya sea personalmente o por delegación siempre que fuese dentro de su diócesis.

Las Vías Sacras en Andalucía

Para el P. Huerga el vía crucis más antiguo de Occidente y, por tanto, de Andalucía, es el citado del Convento de Santo Domingo de Escalaceli, a siete kilómetros de Córdoba capital, en las estribaciones de Sierra Morena, no muy lejos de las ermitas, con su ingrediente material: las estaciones, y el formal: la meditación de los pasos de Cristo.

Pasemos a Sevilla. Al comienzo  de la Edad Moderna, el famoso Vía Crucis de la Cruz del Campo fue instituido por el humanista Fadrique Enríquez de Ribera, Marqués de Tarifa, en 1521, a su vuelta de Jerusalén. Entre los fomentadores de éste podemos citar a Fr. Isidro Pérez con sus Quexas amorosas, libro impreso en 1694.

La Venerable María de la Antigua, clarisa de Marchena, inició y divulgó por sus revelaciones privadas en Andalucía la costumbre de rezar el vía crucis en los claustros a partir de 1580, contemplando en aquel momento trece estaciones.

NHD. Manuel María Aparicio Ramírez


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