MAÑANA DEL JUEVES SANTO EN LA BASÍLICA DE LA MACARENA
La mañana del Jueves Santo apareció rompiendo los pronósticos que el instituto estatal de meteorología publicó para esas primeras horas del día. La esperanza volvía a relucir en los corazones de miles de personas que ya hacían cola, en las puertas del templo, para acceder a la Basílica y poder contemplar en sus pasos procesionales a Nuestros Sagrados Titulares.
Desde muy temprano, y como ya es tradicional, la guardia de armaos que hacen guardia, se posicionaban delante de las maniguetas para proceder en tan marcial y extraordinario menester. Hermanas vestidas de mantillas atendían a cuantos devotos llegaban, a veces tras un largo periodo de espera, para orar ante el Señor de la Sentencia y la Santísima Virgen de la Esperanza.
Con el trascurso de las horas fueron llegando las autoridades religiosas, civiles y militares, que fueron cumplimentados por el Hermano Mayor y la Junta de Gobierno.
Poco más tarde de las dieciséis horas fueron cerradas las puertas del templo para iniciar las tareas de preparación para la estación de penitencia. Fuera comenzaba a llover.