La Hermandad siempre sale.

3 noviembre 2012
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Estos días de lluvias y nubes siempre me hacen recordar un Jueves Santo particular, el Jueves Santo del 2011.

Llovía, muchísimo, era de prever que nuestra salida iba a ser complicada en esta madrugá, hasta el momento Jueves Santo oscuro, sin una sola cofradía en las calles, pero, como suele pasar, el Sol brillaba en C/ Becker…corrían las 5 de la tarde y dos hombres vestidos en traje charlaban con sus cámaras al cuello de la mala pinta que tenía el día…

Sin embargo, unas atrevidas y espigadas plumas blancas, firmes cual centurión del emperador Trajano, asomaban bajo el Arco, mientras tanto, los últimos comentarios que se escuchaban por los alrededores eran poco esperanzadores, lluvia, truenos, chaparrón, y todos los demás adjetivos que pudieran usarse para definir el agua que se nos venía encima.

Pero, hay veces que ni la mayor de las lluvias, ni tan siquiera el peor de los truenos puede parar, y eso, sin lugar a dudas es LA ESPERANZA, y digo bien, Esperanza, porque es lo que por bandera ondeante al viento llevamos los macarenos.

Mientras las hermandades del Jueves Santo comenzaban a dar partes de abstención a la salida de sus cofradías, en La Macarena, Roma tenía una cita, una cita ancestral con el Injusto Sentenciado y su Bendita Madre, una cita a la que ninguno de sus “defensores” puede faltar, era el día más importante de todos, no por la salida de la hermandad a las calles de Sevilla, que también, si no por el mero motivo de que esos hombres, fieles servidores de Pilatos debían haciendo una subordinación en sus filas, anunciar que la victoria era segura, la lluvia calaba en lo más hondo de las ancianas que perdiendo el entusiasmo comenzaban a retirar la sonrisa de sus rostros por las lágrimas al ver a sus hijos y nietos vestir las corazas que brillantes reflejaban el negro cielo que aquel día teníamos.

Eran las 18,00h las filas preparadas, las plumas oscilaban mojadas pero erguidas y decididas para llevar la noticia a un lugar muy especial…

                Tras la recogida de los altos mandos de la Roma Imperial, Ignacio Guillermo Prieto, el Capitán ordenó la subida a los medios de transporte que sin tiempo a despedidas marchaban hacia la Avda. de Manuel Siurot.

Allí esperaban algunos señores que meritorios de nombrar van a disculpar mi memoria y solamente mentare a quienes verdaderamente eran importantes, los niños del Hospital Infantil, esperaban como un pequeño espera ver los regalos en una fría mañana de seis de Enero, expectantes ante una Centuria, que lejos de venir a conquistar una nueva zona del mapa para Roma, venían a regalar el mayor y mejor de los tesoros que en una residencia hospitalaria hay, venían a entregarles a las familias y a los benditos niños de pijamas azules LA ESPERANZA

Las habitaciones se abrían de par en par al ver llegar a Los Armaos de la Macarena, los cuales, atónitos y llenos de amor y coraje entran sin dejar una atrás para entregar un pequeño recuerdo de la mujer que vive en San Gil y su Sentenciado Hijo…

Con la gracia que a tan peculiar tropa le caracteriza los pequeños olvidan por unos instantes donde están y se sumergen en un sueño de plumas blancas y de promesas a la Virgen, promesas que son transportadas en las corazas y rodelas de la Centuria que llevadas por Sevilla acaban en los pies de aquel que ennegrecido su rostro carga a cuestas con nuestra cruz.

Pasado este momento se dirigen estas plegarias hasta la casa donde Ella espera a sus hijos, que empapados de fe, en riguroso paso firme y sonrientes por saberse elegidos de ELLOS para esta misión, entregan a los pies de aquella Azucena Morena los mensajes y plegarias de estos pequeños.

La Hermandad de la Macarena, SIEMPRE sale los Jueves Santo, este relato es un claro ejemplo de ello, sin lugar a dudas, no hay clima que pueda con ELLA, y siempre que así lo desee, esta Centuria nunca dejará de servirle a la mujer que en sus manos sostiene las bases del cristianismo.

NHD Fernando García Arcos


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