La Virgen de la Esperanza recibe la Rosa de Oro del Papa entre ovaciones y vítores
Pasada la una y media de la tarde, el enviado especial de su Santidad el Papa Francisco, monseñor Edgar Peña Parra, entregaba a la Santísima Virgen de la Esperanza la Rosa de Oro como reconocimiento a la universal devoción de esta imagen mariana. Los hermanos, que abarrotaban la Basílica y la Plaza de la Esperanza Macarena, celebraron este reconocimiento con diez minutos de aplausos y vivas a la Virgen de la Esperanza.
La Delegación Pontificia llegó a la Basílica siendo recibida por la Junta de Gobierno de la Hermandad de la Macarena, con el Hermano Mayor a la cabeza, el presidente del Parlamento de Andalucía, el Alcalde de Sevilla, representantes del gobierno andaluz y la autoridad militar del Ejército de Tierra. La misión enviada por el Papa estaba compuesta por monseñor Edgar Peña Parra, Sustituto de los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado de la Santa Sede y enviado especial del Papa Francisco; monseñor Bernardito Cleopas Auza, Nuncio Apostólico en España y en Andorra; monseñor Bruno Bastos Lins, Vicejefe de protocolo de la Sección para el Personal Diplomático de la Santa Sede de la Secretaría de Estado de la Santa Sede; monseñor Roman Walczak, Consejero 1º de la Nunciatura Apostólica, Embajada de la Santa Sede en España; monseñor José Ángel Saiz Meneses, Arzobispo de Sevilla; José María Losada Lahera, Vicario Judicial de la Archidiócesis de Sevilla y Rector de la Basílica de la Macarena; e Isacio Siguero Muñoz, Canciller de la Archidiócesis de Sevilla.
Para tan histórica ocasión, la Basílica y los aledaños estaban engalanados. En el interior del templo y en el atrio más de 600 hermanos aguardaban la llegada de la delegación para que se iniciara la ceremonia de entrega de esta presea personal del Papa Francisco. Las máximas autoridades civiles y militares así como una amplia representación de la sociedad sevillana, andaluza y española se sentaban en los bancos de la Basílica; además, todos los grupos y colectivos de la Hermandad de la Macarena estaban representados en la solemne ceremonia.
Para la entrega de la Rosa de Oro, máxima distinción que un Papa concede a una Imagen de la Virgen -tercera en recibirlo en España y la primera dolorosa que lo hace en el mundo-, la Virgen de la Esperanza estaba expuesta en una veneración extraordinaria desde el 30 de noviembre.
La Coral Polifónica y Escolanía de la Hermandad entonaron el himno Duc In Altum para el inicio de la procesión solemne de entrada, tras la cual se produjo el saludo y oración inicial, el Yo confieso y la oración colecta. Luego, la primera lectura, el Salmo y la lectura del Evangelio.
A continuación, monseñor Parra pronunció su homilía. “La Iglesia está llamada a ser testigo de la esperanza que proviene de la certeza de que Cristo está vivo y actúa en medio de nosotros. Que nuestra devoción a María no se quede en palabras o gestos externos, sino que se traduzca en una vida de humildad, servicio, comunión y esperanza”, esta fue la invitación expresada por el arzobispo Edgar Peña Parra durante una liturgia en la que depositó la Rosa de Oro otorgada por el Papa Francisco en el icono mariano de la Basílica de la Esperanza Macarena en Sevilla, España.
La reflexión, a los pies de la bendita imagen de Santa María de la Esperanza Macarena, se desarrolló a partir del episodio de las bodas de Caná de Galilea, “icono de la solicitud maternal de María, sensible a las necesidades de los esposos y a las necesidades de los niños de todas las edades”. La intención, explicó monseñor Peña Parra, es “asumir la tarea de vivir como Iglesia, atenta a las necesidades de los demás, al estilo de la Virgen”. Un estilo caracterizado, en primer lugar, por la capacidad de “mirar con amor y atención la realidad que la rodea: la Madre de Jesús no se encierra en sí misma ni en su propio bienestar o interés, y su mirada se dirige siempre al cumplimiento de la voluntad de Dios y a los demás”. Tal actitud incita a examinar la disposición a ver “las necesidades de nuestros hermanos y hermanas, especialmente de los más pobres y necesitados, y también de los que sufren en silencio y mudos”.
La entrega de la Rosa de Oro, símbolo del amor y la devoción del Papa hacia la Santísima Virgen María, es también una llamada a vivir nuestra fe “con un profundo sentido de eclesialidad. La esperanza que refleja la Virgen María no es una ilusión ni un optimismo superficial. Es una confianza arraigada en su fe en Dios y en su promesa”.
Cuando María dice a los sirvientes “Haced lo que él os diga”, expresa una confianza total en que Jesús actuará, aunque no sabe cómo. “Esta actitud es un reflejo de la esperanza que no se queda inmóvil, sino que se pone en marcha, impulsando a otros a actuar”.
El enviado pontificio subrayó que la Rosa de Oro es “un símbolo del amor y devoción del Papa Francisco a la Virgen”. “La esperanza que refleja esta Virgen no es una ilusión ni un optimismo superficial; el optimismo es importante, pero no llega a la altura de la virtud de la esperanza porque el optimismo se acaba frente a las primeras dificultades mientras que la esperanza nos hace más fuertes, con mayor voluntad de seguir adelante, y eso nos lo da el Señor y la Virgen. El optimismo muere porque es humano, la esperanza no muere nunca porque es un don de Dios. (…). Que la devoción a la Macarena no se quede en gestos externos sino que se traduzca en una vida de humildad, servicio y esperanza”. “Les traigo un saludo de parte del Papa y su bendición; hoy es un día importante para todo el pueblo de Sevilla y de España”, concluyó.
Una vez finalizada la homilía, el enviado especial del Papa procedió a entregar la Rosa de Oro a la Santísima Virgen de la Esperanza depositándola ante sus plantas, en la peana de plata de la imagen. Los hermanos presentes y el público congregado en la Plaza de la Esperanza Macarena irrumpieron en un emocionante aplauso de diez minutos de duración salpicado de vítores, lanzamiento de cohetes en la calle y el repique de las campanas de la Basílica.
A continuación, y todavía sobrecogidos por un momento de honda y espontánea emoción, se interpretó el Te Deum seguido de la Oración de los Fieles, el rezo del Padrenuestro, el agradecimiento y la Bendición, cerrándose la ceremonia con unas hermosas palabras del Arzobispo de Sevilla y el himno de la Hermandad de la Macarena.
Antes de la procesión de salida, la delegación vaticana y los celebrantes posaron con la Junta de Gobierno y autoridades presentes en la ceremonia en unas fotos que, sin duda, pasarán a la historia de la Hermandad.
Fotografías: Emilio Sáenz y Álvaro Heras