Carta del Director Espiritual en el inicio de la Cuaresma

Queridos hermanos en la Esperanza:
Iniciamos una nueva Cuaresma, tiempo de gracia dedicado especialmente a la oración y al sacrificio, con el deseo de renovarnos interiormente y que se produzca en nosotros la tan anhelada conversión del corazón que nos posibilite un encuentro y un seguimiento más auténticos de Jesucristo.
No celebramos este tiempo litúrgico de la Cuaresma porque así lo indique el calendario, sino que nos introducimos en la Cuaresma porque necesitamos recobrar fuerzas en nuestra vida cristiana; redescubrir la importancia de ser creyentes y pertenecer a la Iglesia; y poder experimentar que es el Señor quien continuamente nos acompaña y sostiene en nuestras luchas.
La Cuaresma se abre con un antiquísimo rito penitencial, como es la recepción de la ceniza, para desembocar en la alegre celebración del Misterio central de nuestra fe cristiana: el Misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, esto es, el Misterio Pascual. En este sentido, la Cuaresma no es un fin en sí misma, sino el medio para alcanzar un conocimiento más profundo del Señor Resucitado, así como un sentido de adhesión y pertenencia a la Iglesia más nítido. No obstante, para alcanzar dichas experiencias deberemos atravesar el camino cuaresmal, que es itinerario de conversión personal y comunitaria.
Ciertamente, cabría preguntarse de qué tenemos que convertirnos, qué hay que cambiar en nuestras vidas.
El Papa Francisco, en el Mensaje para la Cuaresma del presente año, nos señala que “la indiferencia hacia el prójimo y hacia Dios es también una tentación real para los cristianos”, recordándonos así que tenemos que convertirnos de la falta de amor hacia el hermano y la actitud de lejanía que en tantas ocasiones mantenemos hacia Dios, que es nuestro Padre.
En efecto, no en pocas ocasiones, muchos cristianos debemos admitir nuestra actitud de indiferencia ante el prójimo, debido a que vivimos excesivamente centrados en nosotros mismos, olvidando las circunstancias de dolor de nuestros hermanos, manteniendo un corazón cerrado al sufrimiento de los demás y permitiendo que se endurezca e insensibilice nuestro propio corazón. Lo podemos comprobar cada vez que no miramos a los ojos de quien nos tiende su mano pidiendo una limosna, cuando no nos hiela los huesos el frío que pasa un hermano sin hogar, o cuando no nos abruma la soledad del enfermo. Por ello, necesitamos superar nuestra indiferencia ante el prójimo y comenzar a verlo y sentirlo como nuestro hermano.
También estamos llamados a superar nuestra indiferencia ante Dios. Cuántas veces hacemos oídos sordos a su voluntad, ignorando lo que al Señor le agrada y cambiando nuestros principios cristianos por criterios que difieren gravemente del Evangelio; fallamos en la perseverancia y en la fidelidad en el seguimiento del Señor.
No podemos perder más tiempo. Es urgente nuestra propia conversión.
Aprovechemos los medios que la Iglesia nos ofrece para un cambio de actitudes ante Dios y ante el hermano: la oración personal, la lectura asidua de la Palabra de Dios, la celebración de los sacramentos de la Eucaristía y de la Reconciliación, la práctica de unos valores más evangélicos, como son la reconciliación y la austeridad,…
Y no olvidemos los medios específicos que nos ofrece nuestra Hermandad; comenzando por el Vía Crucis del primer viernes de Cuaresma y acabando por la estación de Penitencia, pasando por el Quinario a Ntro. P. Jesús de la Sentencia y el Septenario a Ntra. Sra. de la Esperanza, en donde escucharemos de sus predicadores desentrañar los misterios de nuestra fe y cómo encontrar cauces para acercarnos al Señor a través de su Amantísima Madre; así como la celebración de las Funciones de Instituto, que serán presididas respectivamente por nuestro Arzobispo y su Obispo Auxiliar; y, finalmente, por tantas otras actividades programadas, tales como la celebración penitencial para los jóvenes de nuestra Hermandad, etc.
En definitiva, hermanos, os animo a vivir una santa Cuaresma buscando la propia conversión y a hacer-construir vida de Hermandad, en Ntra. Sra. de la Esperanza y en Ntro. P. Jesús de la Sentencia, convencido de que eso es lo que agrada al Señor y es la mejor preparación para la estación de penitencia, preámbulo de la Resurrección del Señor.
Antonio José Mellet Márquez, Pbro.
Director espiritual de la Hermandad