Patrimonio literario
Innumerables son las páginas dedicadas a la Virgen de la Esperanza y al monumento de religiosidad popular que constituye el discurrir de la cofradía de la Macarena por las calles de Sevilla en la madrugada del Viernes Santo. Muestra de ello es la selección que mostramos a continuación:
En mi vaso la luna redonda, Federico García Lorca: Tardecilla del Jueves Santo, 1924. ( )
¡Virgen de la Esperanza!¡Macarena! Manuel Machado: A Nuestra Señora de la Esperanza (Sevilla: Madrugada del Viernes Santo) “Afuera del templo una sola mano milagrosa exprime el oro de las tabernas y los naranjales de la madrugada. Y se engalla en el horizonte una Cofradía de torres altas. Entonces…todavía la gente se reconoce, con la ciudad, salvada del derrumbamiento. Y los últimos supervivientes irán a ver entrar la Macarena”. Antonio Núñez de Herrera: Sevilla: Teoría y realidad de la Semana Santa, 1934.
¡Dios te salve, Macarena, Joaquín y Serafín Álvarez Quintero: Salve a la Virgen Macarena, 1930.
En vino blanco, en romero, Juan Sierra: María Santísima, 1920. “…cuando ya la noche parece consumida en la más dura penitencia, y todo es llanto, dolor, amargura y muerte, surge de pronto, inesperada, arrolladora, desbordada, cristalina, radiante entre sus luces temblorosas, mecida en un son de plata y cascabeleo de ángeles, riente, viva, humana y celestial a un tiempo, la Macarena, la gracia, la alegría, la flor de nuestra ciudad y la sonrisa de nuestra alma”. Joaquín Romero Murube: Sevilla en los labios.
Ni azahares ni luna te pondría. Aquilino Duque: La calle de la luna, 1958.
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-Virgen de la Macarena Rafael Alberti: Joselito en su gloria. “…así, sus hermanos, ebrios de piadosa arrogancia, sabiéndose dueños de la imagen más hermosa, más devota y más rica de la ciudad, se vierten por aquellas calles laberínticas como un ejército victorioso cargado de trofeos, ávido de aplausos, ostentoso de gallardías. Y uno descubre el capuz porque tiene a honor ser conocido entre los miembros de la Hermandad; y otro obsequia con requiebros, porque entiende que ser cofrade de la Macarena vale tanto como haber hecho profesión de caballero de la hermosura…”. Luis Martínez Kleiser: La Semana Santa de Sevilla, 1924. “Cuando los hijos del célebre barrio ven aparecer bajo la antigua puerta monumental, que aún se alza junto a las murallas romanas, a su Patrona predilecta, envuelta en su magnífico manto de terciopelo verde, y con sus pequeñas manos cubiertas de anillos, un grito unánime de alborozo se escapa de sus bocas y un místico arrobo se apodera de sus corazones”. Benito Más y Prat: La tierra de María Santísima, 1925.
¡Madre mía de la Esperanza, Fernando Villalón “La madrugada del Viernes santo se ha desvanecido. Desde allá, tras de las torres encendidas como mástiles del día, camino de las huertas verdes de la Macarena, llega en ráfagas de júbilo el clamor de los clarines de la Virgen de la Esperanza, que se retira entre sus cofrades inspirados”. Rafael Laffón: Discurso de las cofradías de Sevilla, 1941. “La Macarena surge al fin, en su estela de luz, con su rostro donde las lágrimas apenas acaban de secarse, y brilla, y se anima con el calor de tanto amor. La aclamación llega a su paroxismo. ELLA pasa en su aureola y, como una lenta cometa, deja detrás la cola de pavo real de su manto verde ocelado, con su arrastre de fuego, antes de desvanecerse en las tinieblas de la Catedral…”. Joseph Peyré: La Passion selon Séville, 1951.
Igual que ayer permanece. Joaquín Caro Romero: Canción de cumpleaños, 1969. |
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