Patrimonio literario

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Innumerables son las páginas dedicadas a la Virgen de la Esperanza y al monumento de religiosidad popular que constituye el discurrir de la cofradía de la Macarena por las calles de Sevilla en la madrugada del Viernes Santo. Muestra de ello es la selección que mostramos a continuación:


En mi vaso la luna redonda,
¡diminuta!, se ríe y tiembla.
Pepín: ahora mismo en Sevilla
visten a la Macarena.
Pepín, mi corazón tiene
alamares de luna y de pena.( )

Federico García Lorca: Tardecilla del Jueves Santo, 1924. ( )

¡Virgen de la Esperanza!¡Macarena!
Y una explosión de sol y de armonía,
y un fluir generoso de alegría…
¡Y un sentir que está el alma toda llena!…
¡Virgen de la Esperanza! En tu morena
cara divina el sevillano día
toma toda la luz de tu poesía…
Mañana de cristal, tarde serena.
¡Ay! ¡De no amar, de no creer, no hay modo
cuando tu imagen célica aparece
mecida entre el incienso en lontananza!
¡Ay, mi Sevilla que lo tiene todo,
cuando el Señor del Gran Poder le ofrece
la Fe y la Caridad…Tú, la Esperanza!

Manuel Machado: A Nuestra Señora de la Esperanza (Sevilla: Madrugada del Viernes Santo)

“Afuera del templo una sola mano milagrosa exprime el oro de las tabernas y los naranjales de la madrugada. Y se engalla en el horizonte una Cofradía de torres altas.

Entonces…todavía la gente se reconoce, con la ciudad, salvada del derrumbamiento. Y los últimos supervivientes irán a ver entrar la Macarena”.

Antonio Núñez de Herrera: Sevilla: Teoría y realidad de la Semana Santa, 1934.

¡Dios te salve, Macarena,
Madre de los sevillanos,
Paz y vida!
¡La que alivia toda pena;
la que cura con sus manos
toda herida!
¡Dios te salve, luz del cielo,
siempre estrella y siempre aurora
de bonanza!
¡La que ampara todo anhelo;
la divina sembradora
de esperanza!
¡Dios te salve, María,
Madre de Gracia llena;
Alma de Andalucía,
sol de la Macarena!
(Para el consuelo):
¿Por qué lloras, Madre Mía,
tan hermosa y doloría,
si no hay en la Macarena
quien no te ofrezca su vía
para quitarte la pena?

Joaquín y Serafín Álvarez Quintero: Salve a la Virgen Macarena, 1930.

En vino blanco, en romero,
en la cal de una fachada,
yo te pienso cuando quiero,
¡lirio de la madrugada!
Allí en tu barrio guardada,
(solo tu barrio te guarde)
brisa que quema y no arde,
clavel de donde consume
su más secreto perfume
todo el oro de la tarde.

Juan Sierra: María Santísima, 1920.

“…cuando ya la noche parece consumida en la más dura penitencia, y todo es llanto, dolor, amargura y muerte, surge de pronto, inesperada, arrolladora, desbordada, cristalina, radiante entre sus luces temblorosas, mecida en un son de plata y cascabeleo de ángeles, riente, viva, humana y celestial a un tiempo, la Macarena, la gracia, la alegría, la flor de nuestra ciudad y la sonrisa de nuestra alma”.

Joaquín Romero Murube: Sevilla en los labios.

Ni azahares ni luna te pondría.
Pondría tu belleza a cal y canto
porque fuera más trágico tu llanto
y fuera más barroca tu alegría.
La Cruz del Sur será tu cruz de guía,
las nebulosas tejerán tu manto.
Vendrás a mí, gala del Viernes santo,
giralda en vilo, gloria, platería.
Lágrimas, no: alegría, que tu pena
aire es bajo la luna macarena,
río que se te va de entre las manos.
-Déjame pegadito a la muralla.
No le gritéis mi llanto, sevillanos.
Dejad que entre las manos se le vaya.

Aquilino Duque: La calle de la luna, 1958.

-Virgen de la Macarena
mírame tú, cómo vengo,
tan sin sangre que ya tengo
blanca mi color morena.
( ) Ciérrame con tus collares
lo cóncavo de esta herida,
¡que se me escapa la vida
por entre los alamares!
( ) Que pueda, Virgen, que pueda
volver con sangre a Sevilla
y al frente de mi cuadrilla
lucirme por la Alameda.

Rafael Alberti: Joselito en su gloria.

“…así, sus hermanos, ebrios de piadosa arrogancia, sabiéndose dueños de la imagen más hermosa, más devota y más rica de la ciudad, se vierten por aquellas calles laberínticas como un ejército victorioso cargado de trofeos, ávido de aplausos, ostentoso de gallardías. Y uno descubre el capuz porque tiene a honor ser conocido entre los miembros de la Hermandad; y otro obsequia con requiebros, porque entiende que ser cofrade de la Macarena vale tanto como haber hecho profesión de caballero de la hermosura…”.

Luis Martínez Kleiser: La Semana Santa de Sevilla, 1924.

“Cuando los hijos del célebre barrio ven aparecer bajo la antigua puerta monumental, que aún se alza junto a las murallas romanas, a su Patrona predilecta, envuelta en su magnífico manto de terciopelo verde, y con sus pequeñas manos cubiertas de anillos, un grito unánime de alborozo se escapa de sus bocas y un místico arrobo se apodera de sus corazones”.

Benito Más y Prat: La tierra de María Santísima, 1925.

¡Madre mía de la Esperanza,
Novia de los macarenos!
¡La de la noche en los ojos!
¡La de la gracia en el cuerpo,
bordado de lentejuelas
como el cuerpo de un torero!
¡La más bonita del barrio!
Llévame contigo al cielo
y enséñame aquellas cosas
a mí, que soy macareno.

Fernando Villalón

“La madrugada del Viernes santo se ha desvanecido.

Desde allá, tras de las torres encendidas como mástiles del día, camino de las huertas verdes de la Macarena, llega en ráfagas de júbilo el clamor de los clarines de la Virgen de la Esperanza, que se retira entre sus cofrades inspirados”.

Rafael Laffón: Discurso de las cofradías de Sevilla, 1941.

“La Macarena surge al fin, en su estela de luz, con su rostro donde las lágrimas apenas acaban de secarse, y brilla, y se anima con el calor de tanto amor. La aclamación llega a su paroxismo. ELLA pasa en su aureola y, como una lenta cometa, deja detrás la cola de pavo real de su manto verde ocelado, con su arrastre de fuego, antes de desvanecerse en las tinieblas de la Catedral…”.

Joseph Peyré: La Passion selon Séville, 1951.

Igual que ayer permanece.
Sale poco de su casa.
Mas cuando sale traspasa
la muralla y la florece.
Tan adornada, parece
una novia en el balcón.
Su cara y sus manos son
del pueblo los aledaños.
Siempre alivia desengaños
esta moza de San Gil,
que dicen que por abril
cumple diecinueve años.

Joaquín Caro Romero: Canción de cumpleaños, 1969.

 
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