La Virgen del Rosario en el mes de mayo

La Virgen del Rosario amanece esplendorosamente vestida para el tiempo eucarístico.
Las doradas ráfagas enmarcan su delicada efigie, revestida con saya torera de hilo de oro y flores de seda.
El manto adamascado de tornasoles malvas ciñe su figura con bellos pliegues que recuerdan las pinturas flamencas de Van der Weyden, gracias a la plasticidad de los claroscuros.
El encaje se desarrolla en forma de corazón, entremezclándose una bella blonda de conchas de hojillas que potencia los planos textiles.
Una exquisita túnica plateada cubre el dormido cuerpo del Niño, perfecta simbología del Santísimo Sacramento, el verdadero cordero de Dios que descansa en el regazo de su Madre.
Fotografías NHD. Álvaro Heras