Carta del predicador del Solemne Septenario

27 febrero 2016
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Sobrarán las palabras y nos quedaremos con Ella.

Queridos hermanos, un año más tenemos la posibilidad de celebrar los cultos  a nuestra Madre y Señora de la Esperanza. Cada septenario es una única y extraordinaria oportunidad que Dios nos regala para cambiar nuestro corazón de piedra y retomar el camino. Además celebramos los cultos en cuaresma,  la cuaresma es el tiempo que la iglesia nos brinda para convertirnos, para plantearnos cómo es nuestra vivencia de la fe, para presentarle al Señor los frutos de nuestras vidas que, por desgracia, no son muchos, y, sin duda,  la Santísima Virgen María nos ofrece y muestra qué camino tomar, nuestra madre removerá la tierra de nuestras vidas con sus manos de pureza.

En estos días fijaremos los ojos en María, Ella es nuestra Esperanza, nuestro consuelo, nuestro auxilio, nuestro faro, guía y estrella. Ella es el icono de nuestra fe, Ella es vida, dulzura y Esperanza nuestra. Durante el septenario nos acercaremos a María como mujer orante, como pregonera del reino, como cirinea de nuestras vidas, como fiel discípula y madre de la misericordia, como mujer sufriente al pie de la cruz y como anunciadora de un cielo y tierra nueva. Durante el septenario todos estaremos unidos en la Esperanza y fijaremos los ojos en Ella y entenderemos lo que nos dice el Papa Francisco en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium:  “ … cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño. En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse importantes. Mirándola descubrimos que la misma que alababa a Dios porque «derribó de su trono a los poderosos» y «despidió vacíos a los ricos» (Lc 1,52.53) es la que pone calidez de hogar en nuestra búsqueda de justicia. Es también la que conserva cuidadosamente «todas las cosas meditándolas en su corazón» (Lc 2,19). María sabe reconocer las huellas del Espíritu de Dios en los grandes acontecimientos y también en aquellos que parecen imperceptibles. Es contemplativa del misterio de Dios en el mundo, en la historia y en la vida cotidiana de cada uno y de todos. Es la mujer orante y trabajadora en Nazaret, y también es nuestra Señora de la prontitud, la que sale de su pueblo para auxiliar a los demás «sin demora» (Lc 1,39)” EG288

Tengo una amiga muy devota de la Virgen, María Jesús Villalba, que hace poco me dijo que ante la Virgen lo mejor es callarse, no hablar nada, no decir nada, no estropear la melodía del  silencio con palabras; y es verdad, dicen que vale más una imagen que mil palabras, y en estos días sobrarán las palabras y nos quedaremos con Ella, con su mirada que serena, con sus manos que consuelan, con su silencio que nos habla y con sus labios que susurran melodías de alabanza…..  En estos días sobrarán las palabras, bastará con su presencia, con su amor que no condena y con la grandeza de su nombre: Esperanza Macarena.

Adrián Sanabria Mejido

Fotografías NHD. Álvaro Heras


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