Orígenes

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HistoriaDiego Ortiz de Zúñiga, en sus Anales, relata que en 1593 acude a la ciudad, acompañado de otros hermanos, el monje basilio Fray Bernardo de la Cruz, insigne en exemplo y virtudes, para fundar en ella Colegio en “unas casas principales” de la collación de Omnium Sanctorum, que habían sido otorgadas para ello por Nicolao Triarchi, acaudalado griego establecido en Sevilla, y como Griego de patria y nación, devoto del gran Griego San Basilio“.

Ortiz de Zúñiga, que edita su obra en 1677, debió de errar tanto en las causas como en la fecha de establecimiento de la Orden en la ciudad, puesto que ya se documenta la presencia de monjes basilios en Sevilla al menos treinta años antes.

En lo que no se equivocó el cronista es en la importancia del citado Fray Bernardo o Hernando de la Cruz, puesto que el celo que este religioso demostró tanto en la fundación del convento hispalense como en la atención de los enfermos del Hospital de la Sangre sería determinante para su Orden y para el nacimiento u organización de varias cofradías sevillanas, entre ellas la Macarena.

HistoriaHernando de la Cruz había intervenido activamente en la fundación de varios establecimientos de la Orden en Andalucía tras el reconocimiento de la misma en España, siendo los principales los de Hornachuelos y Posadas, este último fundado en 1565 bajo la advocación de Nuestra Señora de la Esperanza.

De hecho, resulta muy probable que el fundador se encontrara ya en Sevilla tras dicho reconocimiento, otorgado por el Papa Pío IV en el Breve Apostólico “Piis fidelium Nobis” de 1561, puesto que debe tratarse del mismo Bernardo de la Cruz que se halla, en 1564, auxiliando a los enfermos del Hospital y que participa, junto a algunas otras personas, en la redacción de nuevas reglas de la de la Cofradía de la Santa Cruz en Jerusalén.

A la tarea del cuidado y atención de los enfermos se encomienda Fray Hernando de la Cruz, siguiendo la regla de la Orden, que daba extraordinaria importancia a la labor de caridad para con los más necesitados, y para hacerla más eficaz trata de fundar o atraer a alguna Hermandad hacia el nuevo Hospital de las Cinco Llagas o de la Sangre, enclavado en uno de los sectores, el norte, más humildes de la Sevilla del Quinientos.

HistoriaAsí ocurriría con la de la Santa Cruz de Jerusalén, que pacta con los administradores instalarse en el recinto una vez concluida su construcción. Parece que el monje basilio participaría en la redacción de las Reglas de esta corporación aprobadas en 1564, en las que trataría de fomentar su actividad caritativa. Sin embargo, este auxilio queda interrumpido en 1571, al trasladarse la Hermandad al Hospital de Convalecientes, y se agravaría en extremo a partir de la Real Provisión de 1586 de reducción de hospitales, en la que desaparecerían más de ochenta de ellos, concentrándose ahora un gran número de enfermos en las grandes fundaciones del momento, especialmente en la de las Cinco Llagas.

No es extraño, pues, que fray Hernando no cejara en su empeño de la constitución de una Hermandad que auxiliara en las labores asistenciales del Hospital. Lo intentaría, como es conocido, atrayendo a la del Santo Cristo Humillado, pero lo cierto es que los fines de esta corporación no se adaptaban demasiado a la espiritualidad recogida en la Regla de la orden basilia.

HistoriaDe todo este proceso resultaría que, oponiéndose los administradores del Hospital al establecimiento de una nueva cofradía en el edificio, se decidiera Hernando de la Cruz a fundar en el mismo Colegio de San Basilio Magno una Hermandad que basaría su Regla prácticamente en la de la Orden, y que recibiría el título de Cofradía de nra señora de la esperança y hermandad de penitencia.

Las Reglas fueron presentadas para su aprobación el 23 de noviembre de 1595, el mismo día de solicitarse la licencia de erección de la Hermandad, junto con un informe elaborado por fray Hernando, que afirmaba: uisto he esta regla y capítulos della por mandado del señor prouisor y me parecen son buenos y que con la guarda dellos se seruira munho nro señor dios…“. Don Iñigo de Lesiñana, Canónigo, Provisor y Vicario General del Arzobispado, aprobaría al día siguiente la fundación y Reglas de la Hermandad, que seguirían, en esencia, la de los monjes basilios, encaminada a la caridad con los pobres y enfermos y al cultivo del alma a través de ejercicios espirituales y práctica de la penitencia.

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