Programa de Acogida de Niños Bielorrusos
El veintisiete abril del año 1986 acontece, en la ciudad ucraniana de Chernobil, uno de los mayores desastres no naturales que ha soportado nuestro planeta. En la central nuclear situada en la mencionada ciudad se produce un escape en el reactor del núcleo principal que ocasiona la explosión y la extensión de una nube tóxica que se extendió rápidamente por los países limítrofes. Las siniestras consecuencias del desastre nuclear tuvo especial repercusión sobre la República de Bielorrusia, que soportó el 70 % de los nocivos efectos y de la toxicidad de la nube, siendo la radioactividad liberada cuatrocientas veces superior a las emisiones de las bombas atómicas arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki en 1945. La catástrofe desoló y asoló los campos, inhabilitó las condiciones de habitabilidad de ciudades enteras y causó cerca de treinta mil muertes en los años posteriores, afectando directamente a más de diez millones de personas. El presente programa se emprende por nuestra Hermandad en 2003 con el objetivo de paliar las desastrosas consecuencias que sobre la población bielorrusa tuvo el accidente nuclear ocurrido en abril de 1986 en la Central de Chernobil (República de Ucrania).
Veinticinco años después Chernobil ya no es noticia, pero la tragedia continúa. Los niveles de contaminación radioactiva favorecen los efectos perniciosos sobre la salud, que continuarán manifestándose en las generaciones venideras durante los próximos mil años. El ejemplo más significativo lo encontramos en los casos de cáncer de tiroides que se han multiplicado por cien, cebándose sobre todo en los más indefensos: los niños. La tierra, el agua, cualquier tipo de abastecimiento alimenticio imprescindible se hace imposible por el alto índice de contaminación.
Con tal motivo se promueve y crea un programa con el fin de trasladar a los niños que continúan viviendo en aquel país y que soportan los efectos de la tragedia de Chernobil. Permanecer alejados durante algún tiempo de aquel ambiente radioactivo es altamente beneficioso para la población infantil. De hecho, la Organización Mundial de la Salud estima que por cada mes que estos niños pasan en España, con sol, aire limpio y alimentos no contaminados, sus esperanzas de vida se prolongan de un año y medio a dos años. Cuando vuelven a su país sus niveles radioactivos están a cero.
Conocedora de esta realidad, la Hermandad de la Macarena, por iniciativa de su Grupo Joven, acometió en 2003 un Programa de Acogida personal de menores bielorrusos en familias de nuestra ciudad; en familias macarenas. Durante el período de estancia en Sevilla, serán las familias de acogida de estos niños las encargadas de su alojamiento, manutención y atención integral.
En el año 2004 nuestra Hermandad recibió a nuestro primer grupo, una realidad que se ha concretó gracias a la generosidad de cuántos se mostraron proclives a colaborar en este hermoso proyecto y que no hace más que seguir, al amparo protector de la Santísima Virgen de la Esperanza, los dictámenes que nos impone nuestra conciencia cristiana.
La expedición está compuesta por veinticinco niños de edades comprendidas entre los siete y los dieciocho años y cuenta con el apoyo psicológico y moral de una monitora bilingüe natural de Bielorrusia, que los acompaña durante los cuarenta y dos días que permanecen en nuestra ciudad, entre finales del mes de junio a mediados de agosto.
Durante el periodo de permanencia en nuestra ciudad se prevén una serie de actividades que se desarrollan en grupo, con la finalidad de facilitar la convivencia de los niños ya que, aunque la integración en el seno de las familias que los acoge suele ser extraordinaria es aconsejable que no pierdan la relación entre ellos, que es no desprenderse de sus orígenes, potenciando la comunicación en su idioma vernáculo, a la vez que sirve de expansión, diversión y conocimiento.
El retorno a sus lugares de origen, a sus hogares, no es en absoluto traumático; no olvidemos que tienen familia, a la que, como todos los niños, estarán deseando volver a ver. Se trata, en el fondo, de unas jornadas de asueto, de efectos enormemente beneficiosos para su salud y alejados de la peligrosidad radioactiva que se mantiene en el ambiente nativo,.
El proyecto, en cualquier caso, no acaba con la marcha del grupo, ya que las familias mantienen el contacto tanto con el niño, así como con sus familiares, creándose unos preciosos lazos de fraternidad y solidaridad.
Para sacar adelante este proyecto es necesario llevar a cabo una ardua tarea de gestión y un esfuerzo económico que, a modo de resumen, abarca estos aspectos.
– La gestión para la obtención de la documentación necesaria es la labor más ardua. Todo el expediente debe ser entregado al Ministerio de Asuntos Sociales y a la Delegación del Gobierno en Andalucía y, una vez aprobada por éstos, enviada a AIBS, organismo bielorruso con el que hemos suscrito Convenio de Colaboración y que se encarga de presentarla a las autoridades bielorrusas para la posterior tramitación de pasaportes y permisos.
– Información a la Consejería de Igualdad y Bienestar Social, que autoriza la acogida de estos niños, a los ayuntamientos españoles donde vayan a residir los niños, así como a la Seguridad Social, en prevención de cualquier emergencia.
– Contratación de un seguro con cobertura total en todo el territorio español para los veinticinco niños y la monitora.
– Transportes de cada niño desde su lugar de procedencia hasta la capital bielorrusa, Minsk, y desde aquí hasta Sevilla en vuelo charter y, lógicamente, vuelta a casa. Además, todos aquellos desplazamientos en grupo que se realicen en nuestro país.
– Actividades comunes del grupo: parques de atracciones y acuáticos, días de playa y campo, etc.
– Honorarios, manutención y alojamiento de la monitora.
Todo esto supone unos gastos que son cubiertos por la Asistencia Social de nuestra Hermandad. Como quiera que la atención de este proyecto no debe ni puede suponer merma alguna a la que se viene prestando ordinariamente, la Hermandad decidió recuperar, tras cerca de un siglo de ostracismo, las Fiestas de la Macarena, cuyos beneficios económicos van destinados íntegramente a la Asistencia Social para sufragar, entre otros, este Programa de Acogida.
Con tan hermoso objetivo, y gracias a la colaboración de un grupo de Hermanos que aportan su dedicación y entrega, soportan la manutención alimenticia, los gastos de vestimenta y cooperan en cuántas actividades se organizan para que la estancia de estos niños sea lo más agradable posible, lo más beneficiosa para su salud, principalmente, la Hermandad de la Macarena ayuda a la construcción de un mundo mejor con esta inmensa inyección de ESPERANZA, en quienes más lo necesitan.
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