ADVIENTO, TIEMPO DE ESPERANZA

4 diciembre 2012
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A pesar de encontrarnos en los últimos días de nuestro año cronológico, estamos recién situados ante el primer periodo del año litúrgico católico.

Es en las figuras del profeta Isaías, de San Juan Bautista y de María de Nazaret donde la Iglesia representa el advenimiento de Cristo y la Esperanza de la Resurrección; pero en Sevilla el adviento – como tantos de nuestros días – los marca la ESPERANZA.

Resulta la época adventista un tiempo de gestación, y es en realidad la metáfora de la gestación la que nos hace entender la llegada de la festividad de la Expectación y el porqué es la Esperanza la antesala del nacimiento de Cristo.

Supone un traslado que conduce físicamente desde la Amargura del mes de Noviembre, mes amargo de los difuntos, mes amargo de desempleo y proliferación de pobreza que ha ido llenando las dependencias de los comedores sociales a la vez que desalojando pequeños negocios que sustentan humildes barrios; que pasa ante la Presentación de ese Calvario que día a día vemos que pasan todas las personas que sufren porque se les reconozca su trabajo y que luchan por no ser desahuciados de las casas que el banco reclama con celo para llenar una lista avariciosamente; que conduce siempre – como no podía ser de otro modo en Sevilla, ciudad mariana – a María, Sinelabe Concepta, que escucha desde lo alto de su altar de Alfonso XII aquellas señoras que van a pedirle que les eche una manita San Judas Tadeo. Pero algo se presiente al llegar esta fecha que hace creer que el año que viene nos irá mejor, la ciudad acoge un murmullo nervioso que llena los corazones: quedan unos días para que baje la Macarena.

Etimológicamente la Esperanza es “La confianza en que algo que deseamos sucederá”, de hipónimo es “ilusión”, es la virtud de “pasar del devenir al ser”, pero es que también tiene rostro que se aparece como esa niña que no termina de cumplir los 19 años, que llora pero esconde sonrisa, que todo aquello que ha de pasar pasará y quedará Ella, que nos alumbra desde la noche despierta disipando las nubes de agonía social, económica, de crisis de valores y de sueños que tienen que embarcar en una maleta de mano y que anuncia el final del Adviento y la llegada del tiempo de la Esperanza. Seca las lágrimas de los que han besado todas las manos que la preceden y proyecta el futuro. Esto ocurre simultáneamente en todo el mundo… Pero puede ser que el Arco de la Macarena sea verdaderamente la Puerta del Cielo…

No temáis pues nadie, porque de nuevo vendrá y nos devolverá a cambio de nuestro beso, la fuerza motivacional que la convierte en virtud de quien cree en Ella.

NHDª Noemí Ojeda Álvarez


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