De cuando Muñoz y Pabón coronó la Macarena

13 julio 2017
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La siguiente coronación canónica celebrada en Sevilla fue la de la Virgen de la Antigua en 1929, que don Juan Francisco ya la vio desde el cielo. Sin embargo, en 1913, tuvo la inmensa dicha de colocar una nueva corona de oro en las sienes prodigiosas de la Esperanza Macarena. La popular imagen venerada en la iglesia de San Gil iba a tomar en los primeros años del siglo XX una trascendencia universal por determinados factores, como la devoción a la imagen de los arzobispos hispalenses Enrique Almaraz (1907-1920) y Eustaquio Ilundain (1920-1937), la entrega apasionada del torero Joselito el Gallo, o el inefable trabajo artístico del bordador Rodríguez Ojeda.

El Viernes de Dolores 14 de marzo de 1913 se bendice una nueva corona de oro realizada por suscripción popular para la Virgen de la Esperanza diseñada por Juan Manuel Rodríguez Ojeda y ejecutada por Joyería Reyes. La aurea presea sería más tarde nuevamente enriquecida en 1938 con veintiocho brillantes, otros dieciocho en 1953 para cada una de las estrellas apocalípticas de la ráfaga, y ya en 1964, con motivo de su coronación canónica, otras alhajas como una esmeralda de gran tamaño donada por una devota catalana.

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El diseño de Juan Manuel fue ganado por el maestro en un concurso convocado para tal fin, y muestra de la implicación popular de todos los estamentos en su sufragación es la corrida de toros celebrada en agosto de 1912 donde Joselito se encerró en la Maestranza lidiando seis toros de Eduardo Miura en un festival promocionado por el maestro para recaudar fondos con destino a la ejecución de la corona. El referido Viernes de Dolores la Señora se encontraba ya en su palio procesional en el altar mayor de la iglesia, a las diez y media comenzó el canto de tercia, una vez concluido el mismo llegó el cardenal Almaraz, colocándose en un sitial del presbiterio, acompañado del deán catedralicio, señor Torres, y el párroco señor Becerra. Al eminentísimo prelado se le presentó la suntuosa presea colocada en una bandeja de plata, mientras, en el interior del templo, tocaba la banda del Regimiento de Granada. Una vez terminado el rito bendicional, nuestro canónigo lectoral, Muñoz y Pabón, revestido del traje coral y acompañado de reyes de armas, subió al paso y según la crónica periodística entre fervorosas lágrimas, coronó a la Reina de la Esperanza con la preciada alhaja donada por el cariño de sus hijos. Tras ello comenzó la función, oficiando la misa el provisor de la archidiócesis señor Castillo, con el acompañamiento musical de la misa compuesta por D. Evaristo García Torres. Muñoz y Pabón predicó el panegírico, y una vez más asombró con su habitual elocuencia, exaltando a Cristo como Rey de Reyes, y a su Madre como Reina del Dolor, Reina de los Reyes, y Reina de la Esperanza. Al concluir la misa el cardenal dio una solemne bendición a los fieles, entonándose como conclusión un solemne Te Deum seguido de la reserva de Su Divina Majestad.

Muñoz_y_PabónTras el solemnísimo acto, los miembros de la junta de gobierno con las varas e insignias de la corporación, subieron al altar para rendir homenaje a Su Eminencia con el beso de su anillo pastoral. La iglesia se encontraba abarrotada de fieles y de autoridades entre las que se encontraba el gobernador civil, el comandante de Marina, dos concejales en representación del Ayuntamiento, y el delegado de Hacienda. El prelado fue despedido por todos los fieles y la junta de gobierno hasta la puerta del templo con los acordes en el órgano de la Marcha Real.

Para que nos demos cuenta de la fastuosidad litúrgica de aquellos entonces, tan solo decir, que la solemne ceremonia de lo que se ha llamado “coronación popular de la Macarena” terminó más allá de la una y media de la tarde.

La dolorosa de la Madrugá sevillana, como bien se sabe, fue coronada canónicamente por el cardenal Bueno Monreal el 31 de mayo de 1964, en lo que bien puede entenderse como la última ceremonia solemne del llamado “nacional-catolicismo” pues en ella estuvieron presentes el general Franco, su esposa, hija, y el gobierno en pleno con la Iglesia inmersa en la dinámica restauración promovida por el Concilio Vaticano II.

No me resisto a escribir que en el momento de coronar a la imagen, el prelado, de baja estatura, característica que compartía con el padrino de la ceremonia alcalde Hernández Díaz, fue auxiliado para colocar la presea por su familiar el sacerdote Manuel Pavón y Martín de Rojas, como se ve de apellido análogo al inmortal novelista de Hinojos.

Publicado en la Revista Mariana Universal -Miriam- Número 405 – 406. Mayo-Agosto 2017 – pág. 144 y 145.

Escenas Históricas de una Devoción. Autor: D. José Gámez Martín.

Fotografías: Haretón.

 


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