Carta del Hermano Mayor a los hermanos
Querido/a Hermano/a:
Sé cómo te sientes a estas horas de este Jueves Santo tan atípico, y comparto contigo la tristeza por no poder realizar nuestra Estación de Penitencia dando testimonio público de fe a través de nuestra idiosincrasia única. Sé que es un día señalado, en el que los recuerdos se nos agolpan y la memoria nos regresa a todas las personas que amamos y que estamos seguros de que ya gozan de la gloria que la mirada de la Virgen de la Esperanza nos promete.
Pero también es un día para sabernos sostenidos por nuestra fe y fortalecidos por Nuestra Esperanza. Es un Jueves Santo, y una madrugada del Viernes Santo, para seguir dando testimonio de esa fe que nos sostiene, de otra manera y en otro lugar, y mostrarnos confiados en la Verdad en la que creemos.
Esa Verdad, que los macarenos llamamos Jesús de la Sentencia, lleva sus divinas manos atadas, como lo están nuestras vidas en estos duros momentos, oprimidos por el drama de una pandemia cruel que mata a nuestros prójimos en soledad, privándoles de la despedida de sus seres queridos, y amarrados por este confinamiento al que nos vemos obligados para protegernos y proteger a los demás. El ejemplo del Señor de la Sentencia debe consolarnos y servirnos de modelo en esta madrugada de Viernes Santo: manso, dulce y compasivo, con su mirada puesta en los más débiles, y confiado en su victoria sobre el dolor y la muerte del tercer día. Así debemos comportamos todos los macarenos, confiados porque sabemos que al final de este trágico camino está la Esperanza, la que cura toda herida y es consuelo de los afligidos.
Vivamos pues esta madrugada siguiendo -desde casa, en espíritu y verdad- el ejemplo de Nuestro Señor de la Sentencia, hagámoslo poniendo a sus pies el dolor que nos produce a todos los macarenos no hacer la Estación de Penitencia como ofrenda para paliar esos grandes dolores que miles de personas están sufriendo a causa de la pandemia. Ofrezcámosle al Señor de la Sentencia nuestro confinamiento como la mejor penitencia ya que, gracias a cumplirlo, salvaremos muchas vidas e impediremos la propagación del virus. Recemos esta noche en casa el Vía Crucis en comunión con todos los hermanos macarenos, dando gracias a Dios por lo que tenemos y no lamentándonos por lo que nos falta. Y hagámoslo todo con el orgullo de nuestra historia e idiosincrasia, con la alegría de los macarenos, que proviene de quien es Nuestra Esperanza.
Una última cosa, hermano. Este año no habrá cofradía, pero sí tenemos por delante una larga y dura Estación de Penitencia, que va más allá de este Viernes Santo. La pandemia pasará, pero dejará unas terribles consecuencias socioeconómicas entre muchos de nuestros hermanos y en el barrio. Nuestra Hermandad no dejará atrás a nadie y estará, ahora más que nunca, a disposición de cuantos hermanos la necesiten y requieran de su ayuda. Y en este compromiso con los más necesitados debemos estar todos.
Hermano, eres un orgullo para esta Hermandad. Tu conducta en estas semanas y, sobre todo, en este día tan importante para los macarenos, es un ejemplo de compromiso cristiano y responsabilidad ciudadana. Tu actitud es reflejo de la mansedumbre misericordiosa y del sacrificio por todos nosotros de Nuestro Señor de la Sentencia y testimonio de la confianza ilimitada en Dios de la Santísima Virgen de la Esperanza. Hoy, tú eres el mejor “paso” que jamás tendrán el Señor de la Sentencia y la Virgen de la Esperanza; hoy, tú eres el mayor testimonio público de fe de nuestra Hermandad.
En nombre de la Junta de Gobierno, gracias de corazón, hermano. Que Nuestro Padre Jesús de la Sentencia, Nuestra Señora del Santo Rosario y María Santísima de la Esperanza te protejan y bendigan siempre.
Un abrazo fraterno de tu hermano José Antonio Fernández Cabrero.